
Muchos internautas lo practican, otros dicen no hacerlo, otros se dan golpes de pecho Ave María Purísima, ¿Yo haciendo cibersexo? ¡Jamás! Mi gordito lo hacía antes de conocerlo, el muy sinvergüenza! Compañeras de la Web, cuando se menciono el tema me dijeron que hiciera un poco la simulación de cómo sería eso.
Solo puedo imaginármelo, ¿Por qué haberlo hecho? Jamás, Dios me agarre confesada. Básicamente asumo algo así: La introducción correspondiente, el saludo, la pregunta de rigor ¿Qué buscas? Y por ahí se van, si consiguen recepción a sus peticiones de sexovirtual, ¡saaas! Comienza la función, él o ella comienza, el que dé el primer paso, se esmera en escribir la mejor de sus fantasías, probablemente, él o ella no esté leyendo porque se paró a comer, le dieron ganas de tomar agua, cualquier situación que le requiera atención en plena lujuria virtual ( obvio, aun no hay cámara), pero como no quieres que la otra persona no se entere, de repente escribe “ ahhhh ohhhh, siiiii, sigueee”,

Ante la duda de alguno de ellos, piden cámara, si se animan se van a alguna de las redes sociales que tengan cámara. Ante la expectativa de lo que verán, nace una ansiedad completamente normal, hasta que de repente un hombre pensando que LA otra era mujer, se sale un tostón en cámara y ¡cataplum! El hombre sale corriendo. Si son afortunados, ambos serán del sexo opuesto y comienza el viacrucis, ¡LA CAMARA! Muévela hacia abajo, no no mas hacia arriba, ¡epa! Ahí!! No, espera te moviste! Y se pasan un rato largo buscando la mejor posición , si el hombre es gordo ella dirá: papiiii mete la barriga que no veo bien, y el tipo sudando la gota gorda aguantando la respiración metiendo la barriga, en el caso de ella, hay que echarle un camión de ganas si el hombre insiste verle la vagina!, párate! No espera, no veo nada!, y termina conformándose con ver los senos de la chica, si son muy grandes le dice; mami échate pa´tras que no veo! Y comienza el viacrucis de nuevo, mueve pa´ca, muévete pa´lla, ahiiiiiii! Extenuada la chica, quizás se le caiga la conexión por obra y gracia de dios. El se quedara con las ganas y quizás le diga; ¡pajua!
Por: Casimira Coromoto Ruperta