sábado, 9 de abril de 2011

Leyendas Venezolanas

Venezuela es un pueblo rico en leyendas, acá están algunas de las más conocidas y representativas de nuestro folclore nacional


Bola de Fuego 

Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella. Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.

Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija, o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.


La Sayona

La Sayona se muestra como una mujer delgada, muy elegante, alta; dicen que puede medir tres metros, larga cabellera y largas uñas. Acostumbra a presentarse a los hombres enamorados y que le son infieles a su esposa. La gente en común la considera como un símbolo castigador de la mala conducta de deslices amorosos.

Otras versiones cuentan que la intención de ésta ánima en pena es atraer a los hombres con dirección al cementerio, sin dejarse ver la cara.. cuando le ven el rostro es una calavera.

La Llorona

Cuenta la historia que una mujer que mató a su hijo porque lloraba mucho; la razón del llanto del niño era una enfermedad que le aquejaba. Cuando la mujer lo mató, su marido le echó una maldición diciendo que sería condenada a andar por el llano con el hijo a cuestas y llorando su destino. La mujer afligida por el pecado cometido y angustiada por la condena, se suicidó. Su alma en pena deambula por todos los rincones del llano.

La presencia de este espanto se detecta por espeluznantes llantos que generalmente se oyen en épocas de Semana Santa, sobre todo donde hay niños llorando. Se ha dicho que muchas personas solían oírla con frecuencia en los caseríos, cementerios y lugares solitarios, siempre en horas de la noche, casi nunca visible a los humanos. El comentario de la gente es que cuando los perros aúllan en la oscuridad de la noche es porque La Llorona anda rodando.

Otras versiones, también del Llano, contadas por balseros del río, dicen que la llorona se la pasa recorriendo las orillas buscando los restos de un hijo que mató hace mucho tiempo. Por su crueldad fue castigada por Dios y condenada a llorar por el resto de su vida hasta encontrar el último hueso de su bebé.
Las abuelas cuentan que a la llorona solamente le falta encontrar un huesito (la falange del dedo meñique de la mano derecha) para que termine su pena.

El Silbón

Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado, y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.


El Duende

Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Solo se deja ver de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de muecas, le tira objetos pequeños y le propone amores. A las que acceden, les lleva frutas.

Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.


Las Dos Hermanas

La leyenda habla de un hombre blanco que enamoró y se casó con dos indígenas hermanas que vivían en una aldea. Las jóvenes tenían varios hermanos que vivían con el resto de la familia en una comunidad ubicada a un día de camino y cada vez que iban a ver a sus hermanas les pedían que fueran a visitar a sus padres. Pero a pesar de la insistencia de ellos y del hombre blanco, las dos hermanas nunca regresaron a su aldea natal, ni siquiera cuando murió el padre. Cuando les dieron la noticia de la muerte pensaron que se trataba de una mentira para convencerlas a ir la otra aldea.

Al cabo de cuatro años los indígenas, según la tradición, fueron a trasladar los restos del padre, un ritual de esta etnia que se realizaba cada vez que un grupo se trasteaba a otra aldea. Aún así, las hermanas seguían empeñadas en no regresar, pero la familia creía que el motivo era el esposo que no las dejaba. Sin embrago, el hombre blanco asistió a la ceremonia y los hermanos, embriagados con yaraque y chicha decidieron cortarle la cabeza al blanco. Su alma de inmediato se trasladó a la aldea de las mujeres, les contó lo que acababa de pasar y las convirtió en tonina (delfín rosado) y manatí.


Juan Machete

Considerada como una de las leyendas más conocidas del llano, cuenta la vida del hombre que quería ser el más poderoso de la región. Su nombre era Juan Francisco Ortiz, amo y señor de las tierras de la Macarena. Este Señor hizo un pacto con el diablo en el cual le entregó a su mujer e hijos a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.

El diablo le dijo a Juan que agarrara un sapo y una gallina a los cuales debía coser los ojos y enterrar vivos un Viernes santo a las doce de la noche en un lugar apartado, luego debía invocarlo con el alma y el corazón. Juan cumplió con lo encomendado. Pasaron varios días y sus negocios prosperaban.

Una madrugada se levantó temprano y al ensillar su caballo divisó un toro negro imponente, con los cuatro cascos y los dos cachos blancos. En la tarde regresó de su trabajo y vio que el toro todavía se encontraba merodeando la casa. Pensó: “será de alguna vecina”.

Al otro día lo despertó un alboroto causado por los animales y se imaginó que la causa era el toro negro. Entonces trató de sacarlo de su territorio, pero no le fue posible. Cansado y preocupado por el extraño incidente se acostó, pero a las doce de la noche fue despertado por un imponente bramido.
Al llegar al potrero se dio cuenta que miles de reces pastaban de un lado a otro y así, su riqueza fue aumentando cada vez más.

Durante muchos años fue el hombre más rico de la región, hasta que un día misteriosamente empezó a desaparecer el ganado y disminuir su fortuna hasta que quedó en la miseria. Se dice que Juan Machete, después de cumplir su pacto con el diablo, arrepentido, enterró la plata que le quedaba y desapareció en las entrañas de la selva. Cuenta la leyenda que en las tierras de la marranera deambula un hombre vomitando fuego e impidiendo que se desentierre el dinero de Juan Machete.


El Carretón

En cierta época en Europa se desató una peste tan espantosa que aniquiló casi la mitad de la población, peste conocida como el Cólera Morbus o peste del vomito negro.No dejó de invadir nuestros pueblos de América. En Europa era tal la desolación que no había tiempo de cargar los cadáveres para darles sepultura y menos cumplir los oficios religiosos, por lo que se abrían grandes fosas colectivas, allí eran arrojados por esclavos en el cortejo más popular: la carreta.

Según comentarios, algunas víctimas lograban sobrevivir al espanto de la petrificación intestinal y salían de las enormes fosas, caminando sin saber hacia dónde sin rumbo fijo, creando una atmósfera de espanto; así como aquellos que moribundos, solicitaban auxilio. El sonido de la carreta se fue grabando en la mente de todos los habitantes, el ruido de sus ruedas representaba la muerte, el carretero buscaba cadáveres y posteriormente a la peste, la gente seguía oyendo esas ruedas, ese ruido fatídico.

Esto, naturalmente, fue creando la leyenda del carretón, del extraño vehículo, del extraño sonido buscando los próximos a morir. En nuestro país existen recuerdos terribles del Cólera Morbus, tan terribles que también quedó el recuerdo, la leyenda, el espanto de la carreta, que acentuaba su tránsito desde la antigua Plaza La Trinidad (hoy Panteón Nacional), finalizando en la Plaza La Candelaria. Gilman.


El Ánima Sola

Este es uno de los más espeluznante espantos del que se tenga noticias, tiene como finalidad el hacer daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros, el Anima Sola se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la deuda de una manera tenebrosa.

En Guatire, sector  las Flores del Ingenio; se cuenta que una señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga de la cual tenia tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro la visita se convirtió en un celaje que recorrió --cual inmensa sombra negra-- toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.


El Hachador Perdido

"Si por la noche se escucha cabalgar algún lamento en San Casimiro se pinta la sombra de tu recuerdo, si es que te encuentras penando en las montanas del tiempo, con gusto hachador perdido, yo te rezare tu Credo..."

Así comienza el "corrio" del Hachador Perdido, canto popular que nos habla de un ser alto, calvo, con ojos "como dos brasas que queman el alma", de dientes filosos, pecho cubierto de lana y manos planchadas como las de una rana. Que lleva siempre si hacha en mano para arremeter contra todo aquel que va a las montanas a cazar, no por hambre, sino por ambición.Cuentan que en vida era un leñador que quería hacer su propia urna, pero un Viernes Santos salió al monte a realizar su tarea, cuando Dios lo castigo.

Fulminándolo, en el instante en que levantaba el hacha para asestarle en un tronco, convertido en un anima en pena, su espectro vaga por los campos y bosques donde eternamente ha de ejercer su cometido. Oyéndose el lúgubre retumbar de secos y Prolongados golpes de hacha.

Gracias a las correspondientes fuentes.